Una investigación llevada a cabo por un equipo de especialistas del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore y el Instituto Carnegie de Ciencia en Washington D.C, afirma que los vientos son portadores de energía suficiente para satisfacer la demanda mundial en nuestros días.
En dicha investigación se calculó la cantidad de energía que es posible obtener a través de los vientos, así como el efecto que la acción de un importante número de agrogeneradores podría tener sobre el clima a nivel mundial.
Se usaron modelos para cuantificar la cantidad de energía que podría generarse a partir de los vientos de superficie y los de altitud mayores que estos. Los vientos de superficie son masas de aire que pueden ser aprovechadas por turbinas instaladas en torres, mientras que los de altitud mayor son los que sólo pueden ser aprovechados por turbinas eólicas instaladas en sistemas aéreos.
Con dichos modelos, se pudo determinar que a partir de los vientos superficiales se pueden generar más de 400 Teravatios de energía, mientras que de los vientos de altitud mayor se pueden generar más de 1800.
Es importante destacar que hoy en día la especie humana usa aproximadamente 18 Teravatios de energía por lo que los vientos de superficie proporcionarían más de 20 veces la demanda energética mundial. Las turbinas eólicas instaladas podrían capturar potencialmente 100 veces a dicha demanda energética.
A máximo nivel de generación eólica, habría impactos sustanciales sobre el clima. A pesar de ello, en dicho estudio se ha llegado a la conclusión de que los efectos climáticos de generar energía eólica necesaria serian pequeños, siempre y cuando las turbinas no estuvieran demasiado aglomeradas.
Se puede decir que esta instalación del sistema para abastecer en consumo de energía actual haría que las temperaturas globales varíen alrededor de una décima de grado centígrado, y a las precipitaciones hasta un 1 por ciento aproximadamente. Estas cifras a escala global no serian tan significantes y además se dispondría del beneficio de la energía renovable.
Fuente: noticiasdelaciencia